La puerta está abierta.
Yo vengo de haber escuchado un deseo y de admitir que me entiendo con los gatos.
He vuelto a cruzar el umbral dispuesta a vaciar relojes.
Sé lo que me antecede y lo que me sucede y no me quejo.
Regreso para tejer un hilo nuevo porque me había dejado cosas en el vientre de mi madre.
La puerta tiene que cerrarse y yo me quedo de este lado, en una habitación por ordenar:
la habitación de los trastos
la habitación de mis trastos.